11 de mayo de 2007

Je m'excuse car je n'ai vu aucun oiseau




Por supuesto que la pene-jauría desataría al militar complejo de botas expuestas frente a las vitrinas. La canicular fuerza del algodón al entrar al fondo del cuerpo le da fin a la lenta hemorragia neuronal en que decae y surge y decae y surge y decae el lenguaje bravito del dame dos. Pero la hospitalidad de los guardias apostados junto a cada esclavo de mimbre sólo permite el tránsito agraciado. Cuán súbito el chillido del cometa raspando el olor vacío. Sinapsis cuatro canta plena en dirección central. Orgullo tácito vehicula amor al terminal sin pago.


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¿Quién caminaba al atardecer justo cuando el sol cayó sobre las espaldas del área? Peor aún, el preparativo ánimo de hoy murmura consume. Pero aún la voz aérea de la mutilada deambula a través del centro. Cangrejos delicados arrancan hacia el monte del espanto. Patitas solemnes esquivan el guano depositado para la nación. Y yo figura advertida estrella figura métrica mecánicamente caigo escalón tras escalón bruma abajo hasta alcanzar la mejilla de las noches buenas.

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Orgullo diminuto entre estrellas descontentas tras resbalarse todo jardín abajo. El caracol estorba a aquello que el rocío permuta – iluminado de farol. Farol, farol. Reiría de risa por mis pies desnudos corriendo hacia el pasillo lateral izquierdo, pero el temor es tal que las enfermedades generan trámite o comercio que supera ampliamente las perspectivas pobres de mis ojos. Entonces ultimado sólo logro abrirme paso entre estructuras blancas que se deshacen al contacto con mis manos (como un cáncer-alba que me otorga olvido proseguido).


Yasna Provoste


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