30 de abril de 2007

La Joven Parca (a work in progress)




¿Quién, sino el viento simple, llora aquí a esta hora
Sola y entre diamantes extremos? ... Mas, ¿quién llora
Tan cerca de mí misma al romper a llorar?

Esta mano, en mi faz que ella sueña rozar,
Descuidada y sumisa a cierto fin profundo,
De mi flaqueza aguarda un lamento rotundo,
Y que de mis destinos, lentamente evadida,
El más puro en silencio avive un alma herida.
La marea me murmura un reproche de sombra
O abajo, en su garganta, entre rocas escombra,
Como algo asaz vano y en penuria bebido,
Un susurro creciente y un rumor oprimido.
¿Qué haces tú, erizada, tras esta mano helada,
Y qué estremecimiento de una hoja borrada
En vosotras dura, islas de mi carne desnuda?
Bajo este cielo ignoto, luces mi sombra suda.
Un racimo en mí brilla de desastres y daños.

Inevitables astros, poderosos extraños,
Que os dignáis a irradiar sobre el tiempo distante
Yo no sé que de puro y de suyo inquietante;
Vosotros, que en el llanto hundís de los mortales
Estas armas invictas, estos brillos reales,
Y las palpitaciones de vuestra paz eterna,
Ante vosotros, sola, temblando, alcé mi pierna
Y abandoné mi lecho. Sobre un escollo de llama
Solicito a mi pecho ¿qué dolor le reclama,
Qué delito por mí, o ya en mí, cometido,
...O si el mal me persigue por un sueño tupido,
Cuando (en hilo de aliento eleva oro la tea)
Ya pesado mi brazo a mis sienes rodea
Y largamente en mi alma un fulgor se demora?
¿Toda? Mas toda mía, de mi carne señora.
De un pasmo tensando su inquietante ladera,
En mis lazos pendía de mi sangre ligera,
Yo me veía verme y doraba, sinuosa,
De mirada en mirada, mi floresta frondosa.

A un áspid seguía que venía de herirme.

¡Qué espiral deseosa en su cola! ¡Qué firme
Confusión de tesoros de mi ansia arráncandose!
¡Y qué sed tan sombría en mí pura lustrándose!

¡Oh engaño! Al fulgor del dolor cedida,
Antes que lastimada me sentí conocida...
En lo más vil del alma una punta me encara;
Veneno, mi veneno, se conoce y me aclara:
Él colora una virgen a sí misma enlazada,
Celosa... Mas, ¿de quién, celosa y avisada?
¿Y a mí dueño, ¡oh dioses!, qué silencio interpela?
En mi grávida llaga una oculta gemela
Arde, que se prefiere a la atenta en extremo.

¡Vete! A tu ingenua raza ni requiero ni temo,
¡Vertiginosa y cara... serpiente, yo me enlazo!
Cesa ya de cederme tu caótico abrazo
Y tu fidelidad, que me huye y adivina.
¡Allí mi alma se basta, ornamento de ruina!
En mi sombra, ella sabe, apartando amarguras,
De mi seno, en la noche, remorder rocas duras.
Largamente allí absorbe del ensueño las yemas...
Deja, pues, desfallezca este brazo de gemas
Que amenaza de amor a mi íntima suerte,
Sobre mí nada puedes inferior a la muerte,
Ni menos deseable... Templa, pues, esas ondas,
Recuerda el remolino, las promesas hediondas.
Mi sorpresa se abrevia en mis ojos abiertos.
No esperaba yo menos de mis ricos desiertos
Que este insólito engendro de crespos furores,
Sus abismos fulguran de sequía y ardores
Por muy lejos que avance y contemplé alterada
De mi infierno pensante su ribera asolada...
En mi lasitud entiendo... que un teatro more.
No es tan puro el espíritu que por ello no adore
En soledad inflamada fugarse al vacío
Ni haga huir a los muros de su nicho sombrío.
Todo, aquí, nacer puede de una espera infinita.
La sombra cede antes que la agonía remita,
El alma avara se abre y del monstruo se asusta
Cuando a un arco de fuego sus pasos ajusta.
Mas, por presto y mudable que parezcas ahora
Mientras disfrazas, sierpe, tus caricias de aurora,
De pronta impaciencia y de languidez pesada,
¿Qué eres tú, en mi noche eternamente ampliada?
Tú dormir contemplabas a mi hermosa desidia...
Mas mi juicio a mi apuro sobrepasa en perfidia
Y vastedad, ¡oh Tirso! Así es que, víbora, huye,
Del negro retorno retoma el hilo que fluye.
A buscar ve ojos mudos que contemplen tus danzas.
Esparce en otros lechos tus constantes mudanzas,
Incuba en otros senos sus semillas de mal
Y que entre los anillos de tu sueño animal
Jadee hasta el alba la inocencia afanosa...
Yo, vigilo, yo marcho, pálida y prodigiosa,
De lágrimas que nunca vertí toda mojada,
De un vacío de límites mortales acunada
Por sí sola... Y hendiendo una tumba serena
Sobre ella me acodo, intranquila mas plena,
Pues entre el ojo y la noche mis tersas visiones
A mi orgullo consultan sus más nimias pulsiones.

25 de abril de 2007

New York, 1929- 2007







Y un niño negro anuncia a los blancos del oro
la llegada del reino de la espiga.

Federico García Lorca



He venido hasta el torso de tu nombre,
con vértigo de sangre derramada.

he venido hasta el fuego domado por tus manos,
pues dura es la resaca de túneles y tumbas
y hay mujeres que mecen la agonía en sus ojos.

He venido a inyectarme de vértigo y mirar
el cadáver viviente de Manhattan,
mies de agujas coléricas,
grúas crucificadas,
aceros yertos en el agua enferma,
vidrio y acetileno que fundieran
hebras de carne ahogada hacia la altura.

La soledad es un apartamento
en donde envejecer hablando con ausentes,

es un largo pasillo,
un cuerpo hecho de sábanas revueltas.

La soledad es un insecto
de mirada geométrica
y desova las calles y los hombres
y sorbe las memorias
y desgasta las fechas como rostros borrados.

Mientras los trenes rompen una arteria de tierra
y el cansancio vacía los huesos del dinero,
y queman las pantallas hologramas azules,

yo toco tu dolor de llama antigua,

tu herida en cada muerte diminuta,

el grito de tu voz en cada herida.

El poema que vive en la raíz del escombro,
el poema que bebe la locura de bocas derrotadas

tiene un secreto filo y un espejo enterrado
donde desde la noche que los cerca
buscan los nombres grávidos de tiempo
una leyenda de la claridad.

Mientras la luz gemida de la nieve posa
sobre los vagabundos sueños de opio
y las sirenas rasgan sus gargantas insomnes

no hay siega de silencio que deshaga tu duro
resplandor de poema

ni vida que no oculte, furia dormida de ascua,
el fuego que enhebraste en las palabras.




13 de abril de 2007

Cueca Nigreda

Saludo a los de Nigredo,
Tras una pausa amistosa.
Al fin encontré trabajo,
¡De profe en banco es la cosa!

Pasemos a lo nuestro:
Con alma atenta
Me fui a cachar los precios
En una imprenta.

Era tan caro, ay, sí,
Como en París
Pero tengo otro dato
Que te morís.

Me voy poniendo pillo
Para el bolsillo.


(no logro acceder - ríanse de mí y de mi furor tecnológico - a las imágenes de las calígrafas bombastic.
En cuanto al "dato", aún no he tenido tiempo para ir yo, personalmente, Crimesto, a informarme, pero fuentes cercanas me señalan que los precios caerían a la mitad)

Décima en respuesta (camino de Montreal)

Yo celebro tu llegada
a Nueva York de San Paco,
donde un puma eterno y flaco
te secuestró la mirada.
Muy cerca de allí, en Canada,
entre la nieve y el frío,
no muy lejos de un río,
se acordaron de mi nombre,
tal vez creen que soy su hombre,
del AECI desconfío.


Respecto al link caligráfico, sería bueno ver más trabajos de estas chicas. Personalmente, sólo me ha gustado el primero de Shimamura Gyosei, y algo menos el central de Imamura Kanbi (Arakaki Koren, más en persona que en vino).
No sé al resto, pero me encantó la Epístola ad..., humor y bonhomía, mil años de salud para la poesía.
Cambiando de tercio, espero daros en breve una muestra de lo que noche y día me susurra la Parca, en un alejandrino que trisca por igual entre centauros y soledades.
¿Qué tal van las gestiones editoriales por la Estación Central, donde, hace poco me enteré, en abril no aguas, sino cogollos mil?

Desde Madrid, donde los cogollos, no es un tollo, son de agua: ¡por fin llueve!

10 de abril de 2007

Epistola postal ad nigredistas

De la anchurosa esfera he navegado,
corcel de plata, América en su cielo
al abra de su oeste soleado.

A San Francisco me llevó el anhelo
de sus cálidas costas por librarme
del norteño y tenaz rigor del hielo.

¡Oh Hebe jubilosa! ¿Quién sanarme
podrá de la belleza de esas tierras
que ardieron en su luz para atezarme?

¿Quién sería el cronista de las guerras
que urdió mi verbo contra el mar dormido
de estivo sueño sobre peñas férreas?

Así hube de salvar del torpe olvido
de don Gaspar de Portolá el linaje
y un San Francisco hispano ya perdido;

aferré con mis manos el coraje
de los conquistadores y su imperio
de vana gloria contra el oleaje.

Mas ¡basta de preámbulos! más serio,
por urgente, es el móvil que a mi pluma
manda al ruego de vuestro ministerio.

(Aprovecho el albur de rima en -uma
y os cuento de mi viaje un gran misterio:
¡bajo el Golden Gate pude ver a un puma!

Mi razón aceptad, y mi criterio
de diletante zoólogo: ¡un puma
como surgido de un mural sumerio!)

Mas me arrebata San Francisco...bruma
sobre las costas y ese verde intenso
jugando con el blanco de la espuma...

¡De nuevo me desvío! ¡Seré menso...!
de Nigredo os ofrezco más noveles
noticias frescas sobre lo que pienso:

contacté con Oriente y los pinceles
de arbórea y nocturnal caligrafía
y el fruto vi de sus trazados fieles.

Moji se llama el grupo en que ahora fía
quizá nuestra esperanza, de Kyoto
donde el sol nace nuevo cada día.

Calígrafas expertas: Teramoto,
Simamura y Korén, de moño enhiesto,
e Imakura, beldad de ojos de loto.

El link de su web sait seguro apuesto
poder colgar de nuestro blog ahora
o, si ciencia no tengo, quede esto

para un imeil que llegue con la aurora
por raudo cable de internet certero
buscando vuestros ojos sin demora.

Y nada más...me canso y ya no espero
nuevas rimas hollar: ¡Adiós os digo
y dicha larga desearos quiero!

http://mojimojimoji.com/

(Vayan directamente a "profile", no a galleries
una vez dentro)