Oh, realidad que estás y nunca estás,
si en la conciencia toda huella bórrase
cual nube que arde en luces y devórase
ante el azul del cielo, sin edad;
si al corazón el ritmo desvarías,
sesgando al mismo tiempo un asidero
a las cosechas en que hallarte intento,
oh realidad que en noche creces días;
pero, si hallarte es un juego de heridas,
no quita al ojo, a los sentidos todos,
tu imagen floreciendo en las espinas:
es gozo, en realidad, saberse vario,
mundo más loco de incesante cambio
que renace gozando su partida.
Oh, realidad que estás y nunca estás,
sensación de quietud sobre la luz,
pasmo del aire quieto en el azul
que trenza los colores sin edad
en un albor de cúmulos brillantes:
su esencia ocultas, ojo inexpugnable
que a nuestros cuerpos traga con la duda
de nada ser, sino esta sed desnuda;
sed de tocarte, luz que a todo animas,
y que huyes cuando huimos de nosotros
queriendo asirnos mas dados al todo;
dónde mascarte, realidad de albores,
y hallar la esencia viva, las visiones,
la carne ardiente azul de nuestras vidas.
1 comentario:
Como siempre, la seguna versión, mas irregular que la primera, no alcanza a decir más, pero agarra más.
Sonetos infieles, que decía Lezama, ma non troppo. En cualquier caso, non mi dispiace la trova.
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