25 de abril de 2007

New York, 1929- 2007







Y un niño negro anuncia a los blancos del oro
la llegada del reino de la espiga.

Federico García Lorca



He venido hasta el torso de tu nombre,
con vértigo de sangre derramada.

he venido hasta el fuego domado por tus manos,
pues dura es la resaca de túneles y tumbas
y hay mujeres que mecen la agonía en sus ojos.

He venido a inyectarme de vértigo y mirar
el cadáver viviente de Manhattan,
mies de agujas coléricas,
grúas crucificadas,
aceros yertos en el agua enferma,
vidrio y acetileno que fundieran
hebras de carne ahogada hacia la altura.

La soledad es un apartamento
en donde envejecer hablando con ausentes,

es un largo pasillo,
un cuerpo hecho de sábanas revueltas.

La soledad es un insecto
de mirada geométrica
y desova las calles y los hombres
y sorbe las memorias
y desgasta las fechas como rostros borrados.

Mientras los trenes rompen una arteria de tierra
y el cansancio vacía los huesos del dinero,
y queman las pantallas hologramas azules,

yo toco tu dolor de llama antigua,

tu herida en cada muerte diminuta,

el grito de tu voz en cada herida.

El poema que vive en la raíz del escombro,
el poema que bebe la locura de bocas derrotadas

tiene un secreto filo y un espejo enterrado
donde desde la noche que los cerca
buscan los nombres grávidos de tiempo
una leyenda de la claridad.

Mientras la luz gemida de la nieve posa
sobre los vagabundos sueños de opio
y las sirenas rasgan sus gargantas insomnes

no hay siega de silencio que deshaga tu duro
resplandor de poema

ni vida que no oculte, furia dormida de ascua,
el fuego que enhebraste en las palabras.




1 comentario:

Nigredo dijo...

Qué hubiera sido de Lorca si en lugar de ir a Nueva York hubiese conseguido aquel lectorado en París que tanto deseaba, ¿te acuerdas de sus cartas a Salinas?

También me hizo pensar tu poema en el hermoso poema dialogado de Juarroz, uno de los más bellos homenajes a Lorca.

En fin, veo que en el otro costado la escritura verdaderamente fluye.

Un mano amiga de
Enrique.