6 de marzo de 2008

Blizzard at Bard


















Nada estigma a la nieve todavía
en su reino,

cuerpo que se quemara

en su propia blancura
ilimitado.

De tan albo soñando,
danza de brotes y derrotas,
prosigue el bosque sus devastaciones.

Allí me dejo hundir,

para nacer profundo
a la guerra callada de lo vivo,

confiado a una luz que no puedo pensar,

sintiendo cómo cubre mis palabras
esta hermanada muerte,

donde el bosque y mi cuerpo,

de blanco encandecidos,

semejantes al fin,

se reconocen.

1 comentario:

Nigredo dijo...

Un nuevo ciclo de poemas, distinto al que se cerró en París, parece, casi, terminar ahora. Después del enfrentamiento con la Ciudad, la salida al Desierto de nieve,el encuentro con la naturaleza. Al principio, parecía que la voz cambiaba, pero la raíz, aun ganando esas nuevas irisaciones, había arraigado demasiado fuerte como para desaparecer. Solamente profundizaba, la misma tierra bajo un nuevo aire, bajo la acometida de esa refrescante ventisca, que al cabo habrá de conducir a la voz a la Ínsula extraña: del viejo eikôn griego al vacío pleno de Oriente.
Buen viaje y buenos poemas.