3 de diciembre de 2007
Tivoli Bays
Como un tacto de ausentes
que desde dónde hiciera
más abierto el paisaje a mi decir
una palabra en su destino huérfano
deja en mi voz una antigua tibieza
en soledad, por Annandale,
cuando miro los cormos quebrados anegándose,
el espacio a la vez ensanchado y angosto,
los esteros, su lumbre de gramíneas,
en la estación que pudre y que palpita
entre dos equinoccios la fuga de su luz.
Una palabra en su legado oscuro
a mi través se entibia hasta tocar
con mi respiración en lo alto de noviembre,
una palabra respirada en mí,
incisura en un cuerpo de agua o aire,
sobrevivido roce o perecible
como una mano que tocara un olmo.
Inabarcable, angosta,
la realidad del valle deshojándose,
tremor de barros movedizos, llama,
desde el fondo pausando su susurro
y es un responder solo
en el embarcadero,
mano tendida o tibia,
palabra ingrávida de mí.
Quedarse quieto en ella,
ausentarse hacia el aire,
ser respirado
por la inmensidad.
JLC
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