6 de marzo de 2008
Partida
Cuando aún verde el otoño
a zarpazos degüella
las flores más tenues del aire;
cuando el morral vacío de las bestias
resplandece en la garganta de los dioses,
y su presencia, impalpable, es sólo
un aroma a tierra mojada, a surco,
a barro acariciado por la luz,
entonces, el alma,
flor arrodillada ante su brillo,
deshabitada, mas dueña,
el alma, inacabable, al fin, parte
a donde nunca el aire podría
de nuevo, así, volver a sostenerla.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Delicado y duro, con cuerpo verdadero de poema.
Desde la noche americana,
un abrazo de
José Luis
Publicar un comentario